El año pasado hubo un dato que oficializaba que la retórica de la “guerra espacial” era un hecho. Se sabía, en algunos casos se intuía, que Estados Unidos, Rusia y China habían trasladado sus confrontaciones a cientos de kilómetros de la Tierra a través de sus satélites. Sin embargo, en diciembre se despejó cualquier atisbo de duda: Estados Unidos diseñaba las bases de un ataque bélico en el espacio. Ahora han detectado algo inusual, y su fuente viene de Moscú.
Primero fue la vigilancia. En marzo, la CNN contaba que el Pentágono había intensificado la vigilancia sobre las actividades espaciales de Rusia y China ante crecientes evidencias de que ambas potencias están probando nuevas capacidades ofensivas en órbita. Según dijeron entonces funcionarios de defensa estadounidenses, Rusia había llevado a cabo ejercicios satelitales coordinados que simulan tácticas de ataque y defensa, incluyendo maniobras en las que varios satélites rodean y aíslan a otro, demostrando un posible escenario de neutralización de naves enemigas.
China, por su parte, había ejecutado maniobras similares, incluyendo la formación cerrada de satélites y prácticas de aproximación ofensiva, acciones que refuerzan las sospechas sobre la creciente militarización del espacio exterior.
Tres satélites y un extraño. Así llegamos a la noticia de estos días. Rusia ha lanzado al espacio tres satélites altamente secretos (Kosmos 2581, 2582 y 2583) que han reavivado las preocupaciones sobre una posible preparación para la guerra espacial. El 2 de febrero, los satélites fueron enviados a órbita a bordo de un cohete Soyuz, sin que Moscú revelara detalles sobre su propósito.
No solo eso. A las maniobras inusuales que han realizado desde su despliegue se ha sumado la aparición reciente de un misterioso objeto, posiblemente liberado por el satélite Kosmos 2583 el 18 de marzo, cuya extraña trazada ha llevado a que analistas y agencias de inteligencia en Occidente los observen con preocupación. La Fuerza Espacial de Estados Unidos ya ha catalogado el nuevo objeto, mientras algunas especulaciones apuntan a que estos satélites podrían estar practicando tácticas de “ataque y defensa” orbitales, diseñadas para aislar o neutralizar satélites enemigos en caso de un conflicto futuro.

Teorías. Aunque el astrofísico Jonathan McDowell, del Harvard-Smithsonian Center, ha matizado las interpretaciones alarmistas al considerar que las maniobras observadas pueden deberse simplemente a órbitas similares, la historia reciente también refuerza el escepticismo.
En 2022, Rusia ya había lanzado el Kosmos 2558 en la misma trayectoria orbital que un satélite militar estadounidense, lo que fue interpretado como un acto de espionaje espacial. El contexto geopolítico y los antecedentes del Kremlin en materia de tecnologías encubiertas elevan las sospechas de que este nuevo trío de satélites pueda estar realizando misiones de vigilancia, ensayos de interceptación o pruebas de tecnologías antisatélite, aunque por ahora no haya pruebas concluyentes de acciones hostiles.
La “conquista” del espacio. Lo decíamos al inicio. Las maniobras atribuidas a los satélites Kosmos 2581-2583 se enmarcan en un escenario más amplio en el que tanto Rusia como China estarían explorando nuevas capacidades de combate orbital. Los informes recientes de CNN citan a funcionarios del Departamento de Defensa de Estados Unidos, quienes aseguran que ambos países están llevando a cabo entrenamientos militares en órbitas bajas, una zona clave por su proximidad a la Tierra y su uso frecuente para satélites de comunicación, reconocimiento e inteligencia.
Esta tendencia refuerza el temor a que el espacio se consolide como un nuevo campo de confrontación estratégica, uno donde las potencias desarrollan tecnologías para desactivar, interferir o incluso destruir activos espaciales enemigos.
Incertidumbre y vigilancia. Hasta el momento que escribimos, no se ha determinado con certeza la naturaleza ni la función del objeto liberado en marzo, lo que incrementa la tensión en torno a este trío de satélites. McDowell explicó que entre el 25 de febrero y el 14 de marzo se registraron operaciones de proximidad entre los satélites, y que dos de ellos pasaron cerca del Kosmos 2583 el 7 de marzo, aunque no se pudo confirmar si hubo un intento de coordinación ofensiva.
Aun así, la Fuerza Espacial estadounidense mantiene una estrecha vigilancia sobre los movimientos y patrones orbitales de estos artefactos, ante la posibilidad de que se trate de pruebas encubiertas de nuevas capacidades militares en el espacio, una dimensión que ya no es puramente científica ni comercial, sino también táctica.
El desafío de “interpretar”. De fondo, un problema que hasta ahora no había tenido lugar en el espacio, el de la opacidad de las naciones respecto a las misiones de sus satélites y el uso reiterado de tecnologías encubiertas en sus operaciones espaciales que dificultan la obtención de certezas. En un entorno donde el simple hecho de compartir órbitas o realizar aproximaciones entre satélites puede tener fines tanto inocuos como agresivos, los analistas, en este caso de Estados Unidos, deben moverse entre la cautela y la prevención.
Como ya explicamos, mientras se multiplican los llamamientos a establecer normas internacionales claras sobre comportamiento en el espacio, Washington y sus aliados ya consideran al dominio espacial como un teatro estratégico activo, y cada nuevo objeto misterioso, como el recién liberado por el Kosmos 2583, añade una capa más de tensión a la rivalidad tecnológica y militar en órbita.
Imagen | NASA
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Saknalrak
La necesidad agudiza el ingenio, y la guerra de Ucrania lo propicia.
Lynx939
Creo que es el compartimento de los excrementos de la nave. Pero que no pare el pánico que esto esta muy entretenido😆